El árbol negro de la sabiduría

Autor: Santiago Marmol


Cuentan los ancianos de sudamérica que en el libro circular se esconden las respuestas a todos los enigmas ancestrales de los latinos; que si se busca bien, entre sus delicadas páginas se pueden hallar sus miedos y sus
verguenzas, sus ambiciones y sus trampas.

Cuentan los sabios que el libro circular no tiene comienzo ni tiene final, y se puede leer de adelante hacia atrás como de atrás hacia adelante; y que sus leyendas, como la siguiente, nada tienen de ficción y son tan reales como el mismo libro.

En alguna zona de la extensa cordillera de los andes, entre dos hermosos picos nevados, surge un pequeño y cálido valle. Sobre uno de los laterales de ese valle nace un río frío y cristalino que corre lentamente por
kilómetros, zigzagueando entre verdes colinas de punta redondeada.

Si se camina de uno de los lados del río (no se sabe cual), después de pasar la séptima colina se encuentra una gigantesca piedra lisa como una laja y con forma de pirámide. El que consiga escalar hasta la delgada punta, pararse sobre ella y mantener el equilibrio durante unos segundos, podrá ver, en dirección sudeste, al árbol negro de la sabiduría. Pero si se está del lado equivocado del río, también se encuentra una piedra lisa y piramidal, y también se ve, desde su cima y mirando al sudeste, un árbol negro. Pero ése  es el árbol de la muerte y aquel que lo toque siquiera una vez, perecerá indefectiblemente en el acto.

Los aventureros que divisen dicho valle entre los picos blancos, que el azar los ponga del lado bueno del río, y que además también puedan subir hasta la cumbre de la piedra piramidal, darán con el árbol correcto e inmediatamente se verán tentados a ingresar en él e implorarán al guardián que desde su copa custodia la entrada, para que les permita el acceso. Pero de cada cien aspirantes que den con el árbol, sólo uno conseguirá entrar y por más que el  resto intente sobornar o engañar al guardián, éste es implacable y solo
conducirá al interior del árbol al que cumpla con los misteriosos requisitos de su ingreso.

Algunos arriesgados que no soportan el ser rechazados, intentaran eludir la mirada del guardián e infiltrarse por cualquier lado, pero terminaran por perderse entre la corteza o seran devorados por las raíces.
Pero lo que muy pocos saben es que de cada cien personas que consiguen entrar, sólo una consigue salir. Los demás perecen ante semejante cantidad de información y tanto su cuerpo como su saber son absorbidos por el árbol para pasar a ser parte de su sabia. 

Lo peor de todo, es que aquel que pese a lo problemático de dar con el árbol, consiga entrar y salir de él, olvidará  inmediatamente su localización y jamás podrá compartir su sabiduría con nadie, ya que ésta es tanta que pasaría por absurda y a él lo tomarían por loco.

                                                                     
Calangute, India. Enero 2002

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