LAS PATÉTICAS MAYÚSCULAS DEL TRISTE SEÑOR BANEGAS

Autora: Maria Geldstein

Señor Banegas:

Me disculpo en principio por interrumpir la ardua labor de un genio. Abandone, se lo ruego, la escritura de esa novela que, estoy segura, será superior a Adán Buenosayres. Pido disculpas, a su vez, a las multitudes que lo siguen. Difícilmente podrán perdonarme por acometer el despropósito de distraerlo de su magna labor.

Comienzo por reiterar que nada tengo que ver con el Clan Mármol. Pareciera que a los muchachos bravos que transitan esta página les fastidiara polemizar con una chica. Por consiguiente, eligen chicanearme dudando de mi filiación. Ya el señor Aguirre, con quien tuve una corta contienda, sugirió que yo en verdad no era otra que el tal Señor Mármol. Ahora resulta que, según usted, no sólo conozco al Clan Mármol sino que incluso tengo con ellos una especie de relación carnal que me obliga a defenderlos como un cruzado (sic.). Si lo que pretenden es provocarme una crisis de identidad*, les cuento que lo único que han logrado es hacerme descomponer de la risa. Repito por enésima vez que no tengo el agrado de conocer personalmente a ninguno de los miembros del mentado Clan Mármol (de los cuales, sin embargo, comienzo a sentirme una aliada; y eso gracias a usted).

Querido Banegas, reitero lo que dije en mi nota anterior, que, según parece, usted no leyó (claro, no me diga nada, un Autor de su Importancia no pierde el tiempo con comentarios vacíos y superficiales): mi nota no intenta defender a ningún Clan, tan sólo se propone ser la lectura crítica del discurso histérico y resentido de un papanatas que se cree el Autor del Siglo y no es más que un mediocre, risible, e impotente don nadie (me refiero, claro está, a usted).

Lo notable es que su contestación, lejos de refutar ninguna de mis afirmaciones, pareciera intentar corroborarlas con nuevas pistas, que no hacen más que acentuar su ya ostensible patetismo.

A saber:

1. Se desespera por aclararnos que un Autor de su Trayectoria, bajo ningún punto de vista hubiera movido un dedo por ser publicado en una paginucha como ésta. Según nos cuenta, fue el Señor Mármol el que, arrodillado y llorando, rogó al Pope de Nuestra literatura (¿usted?) que se dignara a bajar al mundo de los mortales y aceptara publicar junto a escritorsuchos intrascendentes, oh, oh.

2. A estos pobres y anónimos aprendices de escritorsuchos, opone el ejemplo de ciertos Célebres ex alumnitos de talleres literarios que, según nos cuenta, tienen algún Éxito en el exterior. Éxito que, cualquiera puede adivinarlo, le preocupa y desvela en sobremanera.  Confiamos en que Su Gran Novela, esa que ahora interrumpo, lo llevará a esa cima que tanto ansía y merece, usted, el Gran Tapado de la Literatura del Siglo XXI.

3. Otra cuestión que parece inquietarlo es la de la Obra con mayúsculas, que, estoy segura, un Genio de su Grandeza atesora a la espera de que las masas lectoras despierten de su letargo, claudiquen de su necia ceguera y al fin la descubran, a la vez que descubren el Sacro Nombre del Autor de Semejante Obra. Oh, oh, oh.

Lo anterior, creo, prueba a las claras que usted es un pobre histérico con serios problemas de autoestima, preocupado en extremo por ser considerado un Escritor (mejor dicho un Autor) y obtener la marmota Fama, el mentiroso Prestigio y la gansa Respetabilidad social que esto supone. Le aviso, para que se actualice, que sus concepciones acerca de la figura de Autor y de Obra resultan, hoy en día, asombrosamente retrógradas.

Me preguntaba acerca de la histeria lastimosa que denotan sus palabras, y la única respuesta tentativa la encuentro en el sobrepeso que acaso ejerce sobre su persona estas figuras mayúsculas y atroces de Autor y Obra. Ocurre que, como es lógico, sus expectativas de premio Nobel nunca se cumplen, lo que le provoca una gran frustración. Y es inevitable, esta frustración deriva en un agigantamiento desmedido de su susceptibilidad. En tal contexto, su discurso no puede ser más que el balbuceo gritón de un histérico.

Por eso digo que usted es triste, porque sus preceptos son tristes y porque dichos tristes preceptos impiden por completo que la literatura pueda ser un hecho disfrutable. Porque le recuerdo, querido Señor Banegas, que es la literatura y no otra cosa lo que nos convoca en esta página.

La literatura: no los Autores con mayúsculas, sus Prestigiosos Apellidos y sus Gigantescas e inhibitorias Obras Completas.

La Literatura que, imperfecta, sin prestigio alguno, sin estratificaciones, sin valor social, sin valor de mercancía, incompleta, carente absolutamente de éxito y renombre, leída tan sólo por diez incautos, fluye en esta página web, para horror de Grandes Autores de Grandes Obras, como Usted, don Triste Señor Banegas. 

  

*Adjunto mis datos personales para esta y futuras reyertas: María Geldstein, mujer y argentina, nacida el 29 de Diciembre de 1973. Actualmente resido en Moreno, Pcia. de Buenos Aires. Carente de Obra. Apenas una tímida sociolingüísta en ejercicio. Visitante ocasional de esta página, a la cual agradezco la recepción de mis textos. Desconocedora, para mi suplicio, del Clan Mármol. Si acaso alguna vez se reúnen los ocasionales participantes de esta página, prometo asistir, con la esperanza de que mi presencia física disipe las cargosas dudas acerca de mi existencia.   

 

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